En medio de la crisis por el coronavirus, el empaquetado de los productos ha cobrado un papel relevante. Después de todo es esencial la asepsia del empaquetado para prevenir la propagación del virus. Pero no es solo que se fabrique un empaque antibacterial o antimicrobiano, sino que este también forme parte de la economía circular, es decir que pueda ser reciclado y reutilizado.
La búsqueda del empaque ideal ha afectado a muchos sectores, y aunque se hable principalmente de la industria alimentaria, lo cierto es que el empaque que garantice niveles óptimos de asepsia y que sea sostenible, también es de interés de la industria textil. En especial si tenemos en cuenta que las mascarillas reutilizables son una de las prendas más vendidas durante la cuarentena.
Hace unas semanas salía en las noticias en Perú cómo un vendedor ambulante de mascarillas soplaba la bolsa donde luego introducía estos productos de bioseguridad. Este método “fácil” de empaquetado (por llamarlo de alguna forma) no es permisible en la industria y menos en el contexto actual, donde todos tratamos de poner nuestro granito de arena para reducir la propagación del COVID-19.
No solo la forma de empaquetar debe cambiar, sino también los empaques que se utilicen. En este contexto, en la industria textil surgen dos alternativas, los empaques antihongos y antibacteriales; y los empaques biodegradables, sobre los cuales hablaremos a continuación.
Uno de los tipos empaque que el gremio textil priorizará para el empaquetado y distribución de sus productos son los que garanticen niveles óptimos de asepsia, tal es el caso de los llamados empaques D2P o empaques antihongos y antibacterial.
Este tipo de empaques posee ingredientes activos de liberación controlada que inhiben el crecimiento celular, por lo que se asegura la protección del producto empaquetado, a largo plazo (Perú Res).
Al respecto de este tipo de empaques, según una publicación de Plastics Techonology México, se augura que se intensificará el uso de envases de plástico ya que estos han demostrado su valor para prevenir la expansión de infecciones debido a sus características higiénicas y de protección. Pese al vaticinio anterior, existe un desafío para este tipo de empaquetado: que también sean biodegradables.
Los empaques nuevos no solo deberían cumplir las condiciones del apartado anterior, sino también contribuir a una economía circular; por lo mismo, el reto que tienen los diseñadores y fabricantes de este tipo de productos es que estos sean sostenibles. En ese sentido, los empaques de plástico deberían ser también más sustentables, reciclables o compostables e incluso reutilizables. Además, es importante que en su fabricación se emplee la menor cantidad de recursos vírgenes.
El objetivo anterior no parece tan lejano; ya que, por ejemplo, en países como México ya se está planificado cuadriplicar el plástico reciclado que se usa en los empaques, además se está buscando que los empaques sean 100% reutilizables, reciclables y compostables para el 2025 (La industria del empaque se reinventa, 2020).
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